Departamento de cine, video y artes audiovisuales

Tv y Cine, Un matrimonio de mutua conveniencia

Desde la manera de encarar la imagen hasta los propios directores, el cine se hace fuerte en TV con "Numeral 15", "Mujeres asesinas" o "Criminal" y, en cable, con "Miedometrajes" o los ciclos de Ciudad Abierta.

Con Numeral 15 (Telefé, lunes a las 23) la TV y el cine reavivaron un diálogo que cumple diez años y que enriqueció la producción televisiva con aportes categóricos. El ciclo auspiciado por Telefónica (con producción integral de Endemol) reunió esta vez a los directores Carlos Sorín (El perro), Eliseo Subiela (Hombre mirando al Sudeste), Luis Puenzo (La puta y la ballena), Juan Taratuto (No sos vos, soy yo), Flavio Nardini y Cristian Bernard (76 89 03), Albertina Carri (Géminis), Pucho Mentasti y Diego Kaplan (¿Sabés nadar?), alrededor de peripecias, oportunamente, desencadenadas y/o resueltas teléfono mediante.

Claro que no es la primera vez que el cine y la televisión tienen un encuentro afortunado. Es más, hubo una época (y quizás haya una generación que no lo sepa) en que la tele era otra cosa. ¿Cómo se hacía la televisión antes de ahora?

Plano detalle del muchacho: perfil derecho, bien peinado, corbata destacándole la "nuez", gravedad y ternura confundidos en el gesto. Contraplano de la chica: perfil izquierdo, rulos por doquier, asombro y arrebatos contenidos dando un leve color a las mejillas. Corte y plano medio conjunto. El muchacho y la chica se funden en un beso. La cámara se aleja… En efecto, hasta la década del 90, la TV parecía empecinada en reproducir la lógica rectangular del electrodoméstico. Sin embargo, durante el "uno a uno" (un dólar, un peso), algunos eventos ajenos al medio alteraron su historia para siempre.

Aunque nadie sabe con certeza qué fue primero —si el huevo o la gallina—, lo cierto es que, casi en simultáneo, proliferaron las escuelas de cine y televisión (hoy en día, hay casi quince mil estudiantes en todo el país), y las camaritas digitales alcanzaron costos accesibles a un bolsillo de clase media.

Cuando el 28 de setiembre de 1994, el Senado aprobó la Ley 24.377 de Fomento y Regulación de la Actividad Cinematográfica Nacional, quedaron sentadas las bases para una transformación que, más temprano que tarde, beneficiaría a la TV.


LOS PRECURSORES La condición de medio masivo había estrechado el territorio televisivo durante los "años de plomo" de la dictadura y, en buena medida, fueron hombres provenientes del cine los que lograron relajar la censura militar tras la derrota en Malvinas. En 1983, Oscar Barney Finn dirige —en ATC— un ciclo basado en relatos de Manuel Mujica Láinez. Sin embargo, ese mismo año y por el mismo canal, Alejandro Doria estrena Situación límite, un programa que pasaría a la historia como modelo de "unitario", a partir de dos rasgos característicos: la austeridad escenográfica y los estupendos guiones escritos por Nelly Fernández Tiscornia.

Por primera vez en la televisión local, los textos no arruinaban el verosímil de la trama y el diseño de planos (novedosa y preponderantemente cerrados) otorgaba un plus de expresividad a las interpretaciones. La imagen cobró protagonismo no sólo por lo que mostraba si no, antes que eso, por cómo lo hacía.


SENDEROS QUE SE BIFURCAN "El cable es la televisión del futuro ya que, con sus múltiples opciones bien segmentadas, cada televidente puede armarse su propia programación poniendo énfasis, si así lo desea, en determinados géneros, algo que no ocurre con la TV abierta, cuya oferta de programas es rígida", afirmaba en 1990 Carlos Montero, entonces director de VCC (Video Cable Comunicación).

La sentencia resultó profética y es un hecho que la diversificación que inauguró el cable obligó a renovar los contenidos y los formatos de la televisión abierta. Por otro lado, a consecuencia de la dinámica interna de los canales, promediando los años 90 una serie de productoras independientes tomó a su cargo la necesaria metamorfosis y aprovechó el "uno a uno" para equiparse con tecnología de última generación.

No pasó mucho tiempo hasta que Poliladron (1995) dio a conocer a Jorge Nisco como uno de los directores que habría de transformar la "textura" de la imagen televisiva, esmerándose en la puesta en escena, el juego de cámaras y la aplicación de efectos especiales.

El policial fue el primer gran éxito de Pol-ka (además de uno de los géneros más y mejor transitados por esa marca) y abrió una nueva era en materia de producción al darle relevancia, por ejemplo, a la dirección de fotografía, la edición sonora y la musicalización, aspectos decisivos en la composición cinematográfica poco explorados, hasta entonces, por la TV.

Policías y ladrones hicieron lugar a los jóvenes conflictuados de Verdad/Consecuencia (1996), segundo hito de Pol-ka, esta vez en formato unitario y con dirección de Daniel Barone, maestro en la renovación arquitectónica de luces y planos. El resultado inmediato de estas "licencias" fue la elevación del estándar de realización y el mejoramiento general de la pantalla. La tele dejaba de parecerse a sí misma para adoptar ademanes, sonidos y respiración propios del cine.


EL "NUEVO CINE" EN EL LIVING Si Pizza, birra, faso (1998, de Bruno Stagnaro y Adrián Caetano) le puso fecha a una nueva forma de concebir el cine, la televisión no tardaría en tomar prestados algunos recursos y audacias. Precisamente, con dirección de Stagnaro y producción de Ideas del Sur, Okupas (2000, por Canal 7) sorprendió con una historia que hacía pie en el universo marginal porteño, narrada "visualmente" con cámara en mano, iluminación y escenarios naturales, mucha improvisación y el trabajo de actores no profesionales. Tanto en su factura visual como en su ocurrencia dramática, con Okupas la "ficción costumbrista" se aventuró en una dimensión que, hasta ese momento, había sido sólo materia noticiosa, documental o cinematográfica.

Dos años después, Caetano estrenó Tumberos (producido por Ideas del Sur, para América), el unitario que propuso un fresco de los años 90, recurriendo a la metáfora de la vida carcelaria. Inadvertida y afortunadamente, la TV iniciaba la convocatoria a realizadores pertenecientes al llamado "nuevo cine argentino" (NCA).

El caso siguiente significó una doble innovación, ya que introdujo en la televisión abierta el formato de cortometraje, y depositó la dirección en manos de cineastas mujeres. Fue en 2003, cuando Telefé y Sedal produjeron la serie Mujeres en rojo, dirigida por Ana Katz (El juego de la silla), Paula Hernández (Herencia), Albertina Carri, Lucía Cedrón (el corto En ausencia) y Julia Solomonoff (Hermanas).


AMOR, LOCURA Y OTROS SIMULACROS Mientras tanto, otro señor proveniente del cine dejó su firma en los guiones de Culpables. Fue Juan José Campanella (Luna de Avellaneda), quien por estos días graba la miniserie Vientos de agua, en España.

Caso atípico es el de Damián Szifron (Tiempo de valientes) que, en 2002, dejó en claro el linaje cinematográfico de su concepción como realizador integral —guionista, director y editor—. Antes de cosechar premios y replicar en pantallas del extranjero, Los simuladores demostró que el talento y lo popular podían ser colaboradores imbatibles. Al año siguiente, Alejandro Maci (director de El impostor, guionista de Criminal) realizó Sol negro, la estremecedora indagatoria de la locura que convalidó el caudal interpretativo de Rodrigo de la Serna.


CABLEMETRAJES Esta temporada, dos experiencias pusieron de manifiesto la potencia con que el cine y la televisión se retroalimentan. El caso ejemplar es el de Ciudad Abierta, señal de cable forjada en el marco de la Subsecretaría de Comunicación Social del Gobierno de la Ciudad. En este caso, Pablo Reyero (La grieta, Hermosos perdedores), Gustavo Postiglione (Pasajero), Sergio Bellotti (Divino tesoro), Alejandro Chomsky (100% cabeza), y las documentalistas Elena Carpman (Mujeres al volante) y Mabel Maio (Socios), entre otros, pusieron en práctica criterios pluralistas, guiados por el reto estético de resignificar el modelo de canal cultural/estatal.

Fruto de la sociedad entre la señal Infinito y Flehner Films (que en 2004 llamaron a un concurso de guiones para el rodaje de nueve episodios de veinticuatro minutos), este mes debutó Miedometraje (sábados a las 22), basado en temáticas de "terror paranormal". Ana Katz, Alejandro Hartmann (Clon) y Steve Akerman (Tengo el poder), entre otros, estuvieron detrás de las cámaras.


BUENAS NOTICIAS A diez años de aquel éxito fundacional que fue Poliladron, ficciones como Botines, Mujeres asesinas, Numeral 15, Sin código, Criminal e incluso ciclos como Humanos en el camino y Algo habrán hecho, observan patrones de producción, realización y edición de carácter cinematográfico. Y, si llevarlos a cabo demanda una mayor inversión, también es cierto que afirman el valor de esos productos en el mercado extranjero y, sobre todo, propician la interrupción del zapping tan temido.


Es televisión… pero parece cine

En la televisión estadounidense el diseño de producción (también llamado guión técnico o puesta en escena general) lo establece el productor ejecutivo quien, en función del esquema argumental, distribuye en una serie de trece episodios el peso dramático que soportará cada personaje, los planos, la duración de los mismos y la iluminación que requerirá cada escena según el tenor de los acontecimientos y el ambiente en el que tengan lugar. Asimismo, en esa instancia se deciden la musicalización, los aspectos gráficos y visuales (arte de títulos, sensibilidad de la película, tipo y cantidad de cámaras), más una colección de pautas para unificar criterios de montaje.

A partir de ahí, se convoca a guionistas y directores que tendrán a su cargo la confección del guión y la dirección de un episodio (a lo sumo dos). Por eso, los premios Emmy no se entregan a un producto en general, si no a un capítulo en particular. Claro que el número, la precisión y la rigidez de esas especificaciones tiene como consecuencia que, al mirar la serie, sea prácticamente imposible determinar qué realizador filmó cuál.

Un caso ejemplar en este sentido, es Six Feet Under (realizada y emitida por HBO). Desde su estreno (2002), Alan Ball —ganador del Oscar a mejor guión por la película Belleza americana— encabeza el equipo de productores ejecutivos. Entre otros cineastas, integraron el staff Rodrigo García (Con sólo mirarte), Jeremy Podeswa (Cinco sentidos), la actriz y directora televisiva Kathy Bates, el portorriqueño Miguel Arteta (Una buena chica), Lisa Cholodenko (Laurel Canyon) y el propio Ball.

Otras realizaciones de rango cinematográfico que llevan el sello de HBO son Los Soprano, Carnivale, Epitafios (coproducida por Pol-ka y protagonizada por Julio Chávez y Antonio Birabent), Mandrake, miniserie brasileña dirigida por José Henrique Fonseca, y Roma (ambas en pantalla).


María Iribarren. ESPECIAL PARA CLARIN